26 noviembre 2022

Aramburu por María O´Donnell


La lectura de la biografía de Perón y la guerra civil argentina de los setenta, escritos por Nicolás Márquez, se ve muy bien complementada por este libro que desarrolla el acto  público fundacional de los Montoneros.

Extraña obsesión de los argentinos beligerantes de aquellos días con los cadáveres y sus manos. Entre los varios casos que se apuntan, quién sabe si la profanación de las extremidades del general se debió a que durante su primer mandato había jurado cortarse las manos si pedía préstamos al extranjero. Tal vez, años después, un memorioso ayudó al cuerpo inerme cumplir la promesa.

Márquez advertía que la (mal) llamada década infame solo tenía de tal el nombre porque fue una época (anterior al primer Perón) de crecimiento económico. Ya trasladado a los setenta (durante el segundo Perón), O´Donnell también lo destaca:

«Esa efervescencia de las fuerzas de izquierda no se daba en el contexto de una crisis económica: aunque a la distancia suene curioso, se produjo al cabo de una década de crecimiento sostenido.  Según el sociólogo Daniel Schteingart, aquella Argentina atravesada por la violencia política mostraba indicadores de relativo bienestar. Había movilidad ascendente, el poder adquisitivo de los trabajadores subía, la pobreza alcanzaba al 11% de la población, la más baja de la que se tenga registro. El país no exportaba solo materias primas: el 25% de lo que le vendía al mundo eran manufacturas. Hasta 1975, cuando la tendencia comenzó a revertirse, existía un desarrollo no demasiado distante de algunos países europeos. Pero el crecimiento capitalista en democracia no era suficiente para los jóvenes que querían la revolución socialista, y la veían a la vuelta de la esquina.»

Discrepan en algunos enfoques. Por ejemplo, respecto a la Noche de los bastones largos, O´Donell la califica como represión brutal, en consonancia a la línea políticamente correcta. Para Márquez es una vulgar e insignificante toma de local universitario magnificado.

De alguna manera vuelven a coincidir respecto a la pintura bastante pobre de Perón.

En cambio, para Juan Bautista Yofre (a quien no he podido leer hasta ahora, pero me he vuelto asiduo a sus conferencias y entrevistas YouTube) Perón era un estadista. Sin embargo, el siguiente enlace es particularmente interesante. El Tata (que así es conocido el historiador argentino) resalta la virtud conciliatoria del segundo Perón. Por ejemplo, el abrazo público con Balbín (aunque Márquez señala con acierto que el mérito es del líder radical encarcelado más que del general cancerbero). Pero a la vez que pondera esa actitud nos dice, sin darse cuenta de la contradicción, que a Cámpora (su elegido) no le dirigía la palabra, inclusive en un almuerzo de tres personas. ¿Así se resuelven los temas políticos? Supuestamente, esta forma de humillación era porque estaba molesta con él. Posiblemente, pero me da la impresión que, adicionalmente, ello le servía para expresa su distanciamiento de los Montoneros sin tener que decirlo a fin de no romper con ellos (después de todo, todavía los necesitaba para ganar las elecciones presidenciales de su tercer mandato).

https://www.youtube.com/watch?v=7hTkeLJqCdg

O´Donnell, María. Aramburu. Editorial Planeta, 2020.

22 noviembre 2022

La guerra civil argentina. Los "70 que oculta la corrección política por Nicolás Márquez


Que la historia la escriben los ganadores es un aforismo que parece no siempre se cumple. En esta ocasión, los generales victoriosos terminaron juzgados, indultado y apresados nuevamente mientras los guerrilleros y terroristas derrotados están libres.

Márquez es un revisionista. Vuelve a los setenta del siglo XX y demuestra que Argentina vivía una guerra civil. El país estaba al borde de la desintegración y todos los sectores pedían golpe de Estado. No es una mera generalización. La guerrilla y el terrorismo la veía como una manera de agudizar la contradicción. En sus desvaríos, creían que el pueblo los apoyaría. Los partidos políticos se declaraban incapaces de afrontar la situación. El mismo oficialismo dio un suspiro de alivio cuando fueron desalojados del poder sin bala alguna (aunque no se eximirían de la persecución política). La frase emblemática de este sentir quedaría a cargo de Ernesto Sábato, que más tarde presidiría la Comisión Nacional de Desaparecidos (CONADEP), famoso por el informe Nunca más:

«Dos años después, en 1978, Sábato ratificó su parecer a la revista alemana GEO: “La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos. Desgraciadamente ocurrió que el desorden general, el crimen y el desastre eran tan grandes que los nuevos mandatarios no alcanzaban ya a superarlos con los medios de un estado de derecho...los extremistas de izquierda habían llevado a cabo los más infames secuestros y los crímenes monstruosos más repugnantes” y haciendo un balance de la gestión en curso de Videla, remató: “Sin duda alguna, en los últimos meses, muchas cosas han mejorado en nuestro país; las bandas terroristas han sido puestas en gran parte bajo control. La democracia tiene que aprender su lección de la historia y debe saber que con los viejos métodos liberales heredados de tiempos menos problemáticos, no se pueden dominar los delirios del presente”.»

En YouTube hay varios documentales sesgados. Por ejemplo, decir que el golpe se hizo para suprimir los derechos laborales obtenidos gracias al peronismo (aunque posiblemente alguna parte de ellos hayan sido afectados).

En lucha irregular, nos dice Márquez, era entendible que las Fuerzas Armadas recurrieran a métodos irregulares. Así se mantiene a lo largo del libro. Sin embargo, al final, marca una ligera distancia. Por supuesto, es imposible justificar el ensañamiento.

Me extrañó que a sus argumentos no sumara la infiltración de la guerrilla y el terrorismo en los estamentos judiciales. Hasta las mismas instituciones militares y policiales estaban penetrados (piénsese no más en la bomba colocada en el restaurante de sub-oficiales). Podría haberse preguntado cómo hacer una lucha con la ley en la mano si el sistema judicial iba a prevenir a los insurrectos.

No obstante, el tema judicial no es ajeno al libro. Al contrario, enfatiza que los sesenta se había establecido una cámara especializada y un procedimiento ad hoc. Me parece que en Aramburu de María O´Donell leí que no se cumplía la doble instancia y otros parámetros internacionales. Puede ser, pero era la manera de combatir la insurrección con instrumentos legales y eficaces. Lamentablemente, Cámpora lo desactivó en concesión inaceptable a la juventud maravillosa.

Me gustó la película Argentina, 1985, pero recomiendo verla mientras se lee este libro revisionista y, no estaría mal, deleitarse con la balbuceante voz de Borges (aunque no cuando saluda al teniente general Videla con aquel: "Ave, César, vencedor de los peronistas") en la película El almuerzo:

https://www.youtube.com/watch?v=LBJqxJOam1k

Leído en noviembre 2022.

Márquez, Nicolás. La guerra civil argentina. Los "70 que oculta la corrección política.  Madrid, editorial Grupo Unión, 2020.