Vidaurre contra Vidaurre era una expresión universitaria para referirse a las personas que se contradicen. La connotación negativa que llevaba a mí me generaba interés. Por alguna razón, ya entonces me llamaba la atención esas personas que se refutan a sí mismas.
Ese es, precisamente, el caso de Eudocio Ravines (1897-1979), que escribió con Víctor Raúl Haya de la Torre «¿Qué es el APRA?» en sus horas fundacionales. Luego, pasó a ser el delfín de José Carlos Mariátegui, sin que el Amauta sospechara que la independencia de su Partido Socialista, por el que tanto había luchado, a su fallecimiento caería rápidamente bajo la influencia stanilista, conviriténdose en Partido Comunista, nada más y nada menos que a manos de quien había designado como su sucesor. El régimen soviético comprendió que el joven Ravines era un instrumento útil para la expansión del comunismo en América Latina y le encargó tareas que cumplió cabalmente, como también lo hizo en la guerra civil española. No obstante, las rencillas internas de la organización internacional terminó en un maltrato que alcanzó a su familia. Fue más eso, que la hambruna rusa y las serias falencias de la dictadura del proletariado, lo que condujo a su decepción y, luego, deserción. De todas maneras, desligarse no fue fácil,. Lo cierto es que terminó conviriténdose en anti-comunista, manteniendo, por igual, su anti-aprismo (aunque esto último hasta reconciliarse con Haya de la Torre).
A pesar de haber participado en gran parte de la vida política nacional del siglo XX, hoy es un personaje casi desconocido. Solo recientemente ha surgido interés por él, gracias a «El camarada Jorge y el Dragón», novela de Rafael Dumett que relata su vida (sospecho, hasta la campaña de expansión comunista en Chile, en la trilogía prometida), y la segunda edición de El deportado, editorial Ediciones B; ambas del 2023.
Este súbito resurgimiento de su figura ha llevado a algunos a idealizarlo. Su arrepentimiento de las posiciones izquierdistas y abrazo converso a las ideas del libre mercado ha llevado a algunos a llamarlo liberal. A mi me parece, más bien, alguien que ahora se llamaría neo-liberal (es decir, su apego a la libertad económica sobre la libertad política). Una dictadura de derecha no le hubiera molestado (tal vez porque considerare que el ataque comunista encontraba presa fácil a la endeble democracia).
Fue deportado por todos los gobiernos, con excepción del presidido por el arquitecto Belaunde, primer mandato. Su último destierro lo ordenó el general Juan Velasco Alvarado, de orientación izquierdista, derrrocado posteriormente por el general Francisco Morales Bermúdez, quien, con miras al retorno de la democracia, fue permitiendo el regreso de los expatriados. Eudocio Ravines no estaba en la agenda. Aún octogenario y enfermo era de preocupación. Murió en México, 1979. Un auto lo atropelló al cruzar la calle. No hubo nadie que acusara el complot comunista para asesinarlo, algo que él, sin ninguna prueba, lo hubiera hecho de manera exarcebada.
Luego vino el olvido. Arturo Salazar Larraín, que durante buen tiempo sospechó de su conversión, escribió con motivo de su muerte: «No quiero sumarme a la infamia del silenciamiento» (p. 214). Pero nadie tenía interés en recordarlo. Ha tenido que transcurrir casi medio siglo para que su nombre vuelva sonar.
Si hay una crítica que debo hacer a esta interesante e imperdible biografía es que, dentro del libro, no se refleja vívidamente el comentario que el autor sabe recoger de Enrique Chirinos Soto con motivo de la última deportación: «Con Ravines ocurre que, cada vez que en nuestro país se eclipsa la democracia, le toca figuarar entre los primeros que marchan al exilio. Cuando se restauran las libertades públicas, Ravines vuelve. Apenas está de vuelta, se dedica con tal ímpetu, con tal furia, con tal apasionamiento al ejercicio de estas mismas libertades, que prepara o ayuda a preparar, queriéndolo o sin querer, consciente o inconscientemente, el asesinato de la propia democracia. Asesinada la democracia, Ravines paga los platos rotos. Es una especie de justicia poética» (p. 199).
Pietro Celi, Federico. El deportado: biografía de Eudocio Ravines. Editorial Andina, Lima, 1979 (primera edición).
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