09 noviembre 2010

El sueño del celta

El miércoles 03.11.2010, fecha del lanzamiento mundial (primera obra publicada después de recibir la noticia que se le ha concedido el Nobel), empecé a leerla. Es la primera vez que termino una novela de MVLL en apenas seis (6) días. Sin lugar a duda el hecho que me encuentre de vacaciones ayudó mucho.


El lunes 08 coloqué en FB: "Si la Guerra del fin del mundo contiene la diversidad de perspectivas respecto a un hecho, El sueño del celta representa las múltiples facetas, algunas contradictorias entre sí, que puede ofrecer un hombre. Una obra mayor en la bibliografía de MVLL. Recomiendo, antes o después de su lectura, acompañarlo de Tema del traidor y el héroe de JLB (una recomendación absolutamente arbitraria y personal)."


Recuerdo al personaje principal de Las brujas de Salem: un adúltero, pero también una persona que muestra coraje para defender su libertad individual y la de otros. Casement fue un defensor de los desprotegidos, pero también un pedófilo. MVLL lo salva expresando que los diarios del irlandés tienen un alto grado de imaginación. Es decir, el personaje es más presentable o menos repulsivo. No faltará a quien le hubiera gustado que se cargue más la tinta en los contrastes (a riesgo de caer en la sordidez). En todo caso, el premio Nobel aprovecha la oportunidad para ensalzar la imaginación, ese vehículo que nos permite ser otros. El Sir Roger de MVLL es también otro Rigoberto.

Y, comentando el post de un amigo, agregué: "Por supuesto, Andrés, la novela es mucho más que esa apretada síntesis. En Historia de la República (Basadre) no encontré nada sobre el Informe de Putumayo (Casement), aunque sí menciona a los caucheros y la explotación de los nativos. Durante la I Guerra Mundial Casement y Lenin se apoyaron en los alemanes. El irlandés fue un traidor y el ruso un héroe porque la historia la escriben los ganadores. Pero el tiempo y los novelistas se encargan de resarcirlos."


Desde el punto de vista formal, nuevamente MVLL se muestra como un hechicero de ficciones, dosificando sabiamente la revelación de los datos, cambiando los tiempos con sutileza tal que nos haría creer que estamos ante una novela lineal (y nada más lejano a ello). Guillermo Niño de Guzmán (Las raíces del mal en El Dominical, 14.11.2010, páginas 10-11) lo dice así:



"Vargas Llosa ha recuperado su vieja aspiración de crear la novela total, aunque con una diferencia sustancial: no hace alarde de malabarismos técnicos. Por supuesto, ha tejido la trama con un cuidado de orfebre, pero de tal modo que las costuras no se notan. Los planos temporales se alternan con fluidez, con un ritmo sosegado que amortigua la turbulencia de la intriga. Como maestro consumado en el arte de narrar, se preocupa por emboscar el artificio, para que el lector pueda asimilar la historia con mayor naturalidad. De ahí que “El sueño del celta” tenga un aroma clásico, corroborado por su prosa impecable. Vargas Llosa se concentra en las peripecias de su protagonista, sigue su punto de vista y se interna en los vericuetos de su conciencia sin perder el control de la situación general. Es decir, ausculta las motivaciones más recónditas de un individuo, a la vez que traza un vivo e intrincado fresco social." 
En contraste, Pedro Gandolfo (¿Biografía, hagiografía o novela? en El Mercurio, blog), si bien reconoce la construcción de un personaje convincente, opina lo siguiente:
"El sueño del celta es una novela edificante, con buenas intenciones, que trasunta de manera clara la simpatía del autor, a través del narrador, por el héroe y sus causas. El epílogo final es una honesta confesión de ese afecto íntimo. Sin embargo, juzgada de acuerdo con sus méritos literarios (y dejando de lado la autoridad de su autor y la fascinación que pueda proyectar el héroe escogido), es necesario subrayar que su prosa no es particularmente brillante, sino más bien plana, como si leyésemos una enciclopedia histórica; y el ritmo de la obra, por amplios trazos, se torna lento, como una cadencia monótona, quizás retardado por el vaivén de la estructura y reiteraciones de ideas y episodios: la condena al colonialismo, en los mismos términos, se repite una y otra vez; las cavilaciones de Casement sobre su lucha en Irlanda se convierten en un ritornelo sin variantes. Hay episodios que Vargas Llosa vuelve a contar sin cambiar el punto de vista o añadir nueva información. Todo está dicho por el narrador omnisciente focalizado en Roger Casement y contado desde su ángulo: no hay polifonía, sino monodia. La novela podría, así, haber sido narrada, por el propio Casement en primera persona."
Lo cierto es que, como en todas las obras de MVLL, el placer y el entretenimiento (casi una novela de aventuras) se funde con la reflexión, enrostrándonos su actualidad y, definitivamente, su permanencia en el tiempo.

El mismo Guillermo Niño de Guzmán apunta:
“El sueño del celta es una exploración de la naturaleza del mal, de las oscuras pulsiones que impelen al hombre a franquear la barrera entre la civilización y la barbarie. Una novela a todas luces extraordinaria."

Algunas ideas sueltas.
"«No saben lo que hacen, pero nosotros sabemos que es por su bien y eso justifica el engaño», pensaba el joven Roger Casement" (página 40).
No solo es la justificación al colonialismo, sino a toda utopía que quiere imponerse a los demás.


De otro lado, la escena en que Casement conoce al muchacho, casi un niño, que después llamará Charlie, rescatándolo del látigo francés (página 57) se parece mucho al pasaje del Quijote con Andrés y el labriego (I, capítulo 4), con la diferencia que el irlandés fue mucho más realista que el manchego.


De otro lado, entre las páginas 63 - 64 surge el cuestionamiento al colonialismo, pero con cierto sentido práctico en las palabras de Theodore Horte, pues dentro de todo algo goteaba de civilización y, a esas alturas, "Resultaba ocioso preguntarse si la colonización era buena o mala", mejor era enrumbarla.
"Se puede ser un gran escritor y un timorato en asuntos políticos" (página 71).
MVLL piensa en los escritores que no toman partido o se esconden en lugares comunes para no afrontar las cuestiones morales o no ver las dictaduras (de izquierda o derecha). Respecto a Conrad, por qué tendría que considerársele timorato por no firmar la carta que solicita se conmute la pena de muerte a Casement. Tal vez estuviera de acuerdo con la sanción.
"[Casement] se sorprendió de que ninguno de esos pobres seres se quejara de lo principal: ¿con qué derecho habían venido esos forasteros a invadirlos, explotarlos y maltratarlos? Sólo tenían en cuenta lo inmediato: las cuotas. Eran excesivas, no había fuerza humana que pudiera reunir tanto caucho, tantos alimentos y ceder tantos brazos" (página 98).
Y es que la explotación viene acompañada de ese tipo de degradación y frustración que solo permite ver lo inmediato, y eso no sólo se aplica a los pueblos sino a las relaciones entre personas inmediatas (esposos abusivos, por ejemplo).
"Cambiar este sistema no es tarea de militares, sino de jueces y políticos. Del Supremo Gobierno" (página 101)
MVLL escribe sobre el Congo, pero piensa en el Perú de los ochenta.
"«¿Por qué estos indígenas no han intentado rebelarse [...]. Es verdad que no tienen armas de fuego. Pero son muchos, podrían alzarse y, aunque murieran algunos, dominar a sus verdugos por el número». Roger le respondió que no era tan simple [...]. Porque cuando el sistema de explotación era tan extremo, destruía los espíritus antes todavía que los cuerpos. La violencia de que eran víctimas aniquilaba la voluntad de resistencia, el instintos por sobrevivir, convertía a los indígenas en autómatas paralizados por la confusión y el terror" (páginas 220 - 221).
Esta explicación también es válida para las dictaduras, aunque en éstas hay un cierto juego con el carisma y la concesión de prebendas.
"La impunidad y su poder absoluto habían desarrollado en estos individuos tendencias sádicas, que, aquí, podrían manifestarse libremente contra esos indígenas privados de todos los derechos" (pagina 236).
En efecto, la impunidad hace creer al transgresor y su coro, que no existen límites.
"«He llegado a la convicción absoluta de que la única manera como los indígenas del Putumayo puedan salir de la miserable condición a que han sido reducidos es alzándose en armas contra sus amos. Es una ilusión desprovista de toda realidad creer, como Juan Tizón, que esta situación cambiará cuando llegue aquí el Estado peruano y haya autoridades, jueces, policías que hagan respetar las leyes que prohíben la servidumbre y la esclavitud en el Perú desde 1854 [...]»" (página 239).
En la novela, la experiencia del Congo y el Putumayo va originando en Roger Casement un cambio que terminará aplicando a su Irlanda colonizada por los ingleses, a pesar que, como le dicen sus amigos, hay una distancia sideral entre este caso y aquéllos (página 388).
"Zapata, con un malestar en la voz que parecía sincero, dijo que se sentía avergonzado por el Perú. Esto ocurría porque el Estado no había llegado a esas regiones apartadas de la ley y carentes de toda institución" (página 260).
Y ello, lamentablemente, sigue manteniéndose en muchos lugares de nuestro país.
"Eso era la historia, una rama de la fabulación que pretendía ser ciencia" (página 274).
Si uno se pone a pensar que durante la Primera Guerra Mundial Casement y Lenin se apoyaron en los alemanes, por lo cual el irlandés sería llamado traidor y el ruso héroe, y ello porque la historia la escriben los ganadores, entonces, sí pues, en los hechos que se escogen y su interpretación la imaginación y los intereses juegan un papel primordial.
"Herbert [Ward] había tenido siempre una actitud tolerante y algo risueña con el nacionalismo de Roger. Pero esa noche acusó a su amigo de abrazar la idea nacionalista de una manera demasiada exaltada, poco racional, casi fanática (página 387).
-[...] Sí, en cambio, ver lo intolerante que te has vuelto. Antes dabas razones, Roger. Ahora sólo vociferas con odio contra un país que es el tuyo también, el de tus padres y hermanos (página 388)."
Respecto a Roger Casement, pese a que sus amigos dicen que se ha radicalizado, MVLL no lo presenta así, tal vez por la simpatía que el escritor va teniendo por su personaje. Más bien, por lo menos para mí, siempre da la impresión de ser una persona racional, y más si le contrasta con Joseph Plunkett y los jóvenes turcos. Eso no significa un defecto de la obra. Al contrario, nuevamente difieren lo que ven unos y lo que ven otros.

Vargas Llosa, Mario. El sueño del celta. Alfaguara, Lima, 2010 (451 páginas).

2 comentarios:

  1. Excelente reseña. Más excelente aún, el tremendo spoil.

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  2. Buena reseña y comentarios. No existe ningún "spoil" (adelanto) más bien pistas, para llamar al lector a leer la novela. Es imposible dar "spoilers" sobre personajes históricos reales, como Casement. Veo más bien una reseña como un trailer llamativo de pasajes interesantes de la novela

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