Años atrás, estando de viaje, justamente en Octubre, encendí la televisión del hotel y apareció la imagen de MVLL y la voz de un locutor alemán. Pensé que era el día. No fue así. Era otro año más.
Pero esta vez era cierto: La Academia Sueca había concedido a Mario Vargas Llosa el premio Nobel de Literatura. Y estallé en una explosión de orgullo. Mi hija escribiría en el Facebook: “Yessssss saltaste como un loco jajaja, al fin tu escritor favorito ganó”. Yo mismo escribí en la red social: “Después de 25 años, el 2011 no tendré que decir: «Este año». Grande Mario Vargas Llosa”.
Y es que cada año yo lo anunciaba como ganador, y después de la fecha daba mil explicaciones de por qué jamás se lo concederían.
Esta vez era cierto. Varios amigos me llamaron y otros tantos me dirían más adelante que pensaron en mí al oír la noticia. Mi buena amiga Sara Salas me escribió un correo: ”Dr. T. en este momento usted debe estar tan contento como el mismísimo MVLL”.
Era tan solo un niño cuando, junto con mis hermanos, vi a mi padre comprar una caja de libros. Uno de ellos Pantaleón y las Visitadoras. Por extrañas cosas de la vida, he leído todos sus libros, excepto éste.
No empecé a leerlo, sin embargo, hasta llegar a la universidad. Mi buena amiga Cecilia Quiroz me prestó Adiós a la armas de Ernest Hemingway, que leí de un tirón, al cual siguió La Casa Verde (ese libro de pasta verde de la maravillosa Editorial Oveja Negra, que ponía obras maestras al alcance de nuestras manos, acompañadas de unas revistas que aguzaban aún más el interés), completando la trilogía con La montaña mágica de Thomas Mann. Desde entonces ese cocktail literario ha sido el rasero para medir cualquier otra obra.
Todos los libros de Vargas Llosa producen siempre el efecto de abolir la realidad mientras son leídos. Sus ensayos literarios un placer indescriptible. Sus posturas políticas un cuestionamiento a la inercia mental. Su valor moral un estímulo a no ceder.
Por supuesto, en las dos vueltas de 1990 voté por él, siendo absolutamente consciente que no estaba respaldando al escritor, sino al político. Justamente, en plena campaña, estuve a punto de conocerlo personalmente, pero no se dio.
Como todo admirador, deseaba contar con una dedicatoria del escritor. Por eso extenuaba a los conocidos que tuvieran algún contacto con él, a los amigos de los amigos, o a los amigos de los conocidos de los amigos. Todo era en vano. El 24 de Diciembre de 2002 recibí la llamada del Fondo de Cultura Económica para avisarme que el libro solicitado ya había llegado. Se trataba de Pensadores rusos de Isaiah Berlin, citado por Mario Vargas Llosa en su artículo La costa de utopía a través del cual comenta la obra de Tom Stoppard. Después de recogerlo pasé por la librería La Casa Verde. Al entrar lo ví. Estaba acompañado por su esposa. Esa anécdota daría para escribir otro post. Basta decir por ahora que se mostró sumamente amable, y cuando le pedí me autografiara Pensadores rusos bromeó acerca de firmar la obra de otro autor:
Mi estimación se filtró entre las pocas páginas de ficción que he podido escribir. En el cuento Peregrinaciones de un libro paria (finalista premio COPE 2004) rindo homenaje a los autores peruanos que tomaron a Flora Tristán como personaje literario. Me refiero a Luis Alberto Sánchez, Sebastián Salazar Bondy y Juan Rivera Saavedra. Mario Vargas Llosa, autor de El paraíso en la otra esquina, por supuesto, no podía faltar. La escena se desarrolla en Arequipa, Marzo de 1936, cuando la familia Llosa festeja el nacimiento del último vástago."Un recuerdo cordial de un gran admirador de este libro. Para César Terrones. MVLL. 24-12-2002.
Y volvió a filtrarse en el cuento No una sino muchas vidas (segundo lugar premio Inca Garcilaso de la Vega, El Comercio, 2006), cuando hago referencia a sus magníficos ensayos literarios de La verdad de las mentiras. Y, en los borradores que he llegado a garabatear sigue apareciendo sin que se le convoque, siempre enriqueciendo la historia con ecos de su propia obra.
Tal vez fue en el 2006 que lo ví actuar en La verdad de las mentiras, junto con Vanessa Saba, en el museo Pedro de Osma (Barranco). Me sigue pareciendo impresionante la forma como dramatizó los cuentos de Faulkner, Arguedas, Onetti, Rulfo.
La Academia Sueca, como es costumbre, ha sintetizado la obra del galardonado en una sola frase, que vengo leyendo en varias versiones. Unas dicen: “Cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. Otras: “Su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”.
Lo cierto es que habrá oportunidad de comentarlo en los post que vayamos colocando.
Por ahora, hoy 07 de Octubre de 2010, celebremos con orgullo.
Reitero...el ingenio, su ingenio se puede leer aunque tenga disfraz.
ResponderEliminarLa cofradía tal vez decida homenajearlo...bien lo merece!!
En su pluma ..."es día de orgullo ajeno".
Gracias por compartirlo.