25 septiembre 2010

Madame Bovary

Los libros de amor la marcaron a fuego y le establecieron lo que significaba este sentimiento. Frenta a ello, por supuesto, la realidad no era soportable. Engañó a su marido y fue defraudada por sus amantes. Y todo dicho con técnicas narrativas innovadoras para su época y que aún hoy se pueden disfutar por la excelencia de su factura. Mario Vargas Llosa, en La orgía perpetua, hizo un exhaustivo análisis de la novela.

De esas técnicas, a mí me gusta mucho la perspectiva en primera persona plural (que, por ejemplo, William Faulkner aprovechará muy bien en Una rosa para Emily):
"Estábamos en la hora de estudio, cuando entró el director seguido de un chico nuevo con atuendo provinciano y de un bedel que traía un gran pupitre." (página 1)
O las escenas intercaladas entre la feria agrícola y los diálogos amorosos de Emma y Rodolphe (también explotada por William Faulkner en Palmeras salvajes y llevada al paroxismo por Mario Vargas Llosa en La Casa Verde, pero sobre todo en Conversación en La Catedral ).

¿Pudiera ser que el origen remoto de esta genialidad se encontrare en El enfermo imaginario? ¿Recuerdan la conversación atropellada de los dos personajes que hablan de temas absolutamente distintos?

Y, por supuesto, la escena silenciosa:
          "-¿Adónde vamos, señor -preguntó el cochero.
          -¡Llévenos adonde mejor le parezca! -contestó León, al tiempo
          que empujaba a Emma dentro del coche.
          El pesado vehículo se puso en marcha." (páginas 284 - 286)

A partir de ese momento recorremos las calles nocturnas de la ciudad provinciana, sólo escuchando la voz iracunda de León: "¡Siga!", ¡Continúe todo seguido!", "¿No le he dicho que siga?", cada vez que el coche (con las cortinillas echadas) se detenía.

¿Qué estaba sucediendo dentro del coche mientras tanto? Este dato, oculto en el texto, irrumpe con fuerza en la imaginación del lector. Tal vez esta fue la escena inspiración para Ernest Hemingway y su teoría del iceberg.

Y, finalmente, el destino demoledor de la hija de Charles y Emma:
"... Berthe trabaja en una fábrica de hilaturas de algodón para ganarse la vida." (páginas 402, 403).
Una gran novela, liberada en una ciudad provinciana del Sur, al encuentro de algún lector desprevenido (que espero sepa aprovecharla).

Flaubert, Gustave. Madame Bovary. Editorial La Oveja Negra Ltda. y R.B.A. Proyectos editoriales S.A., Colombia, 1983.
Leído en algún momento entre 1985 y 1989.

1 comentario:

  1. "Cuando la veía de lejos con aquellos andares indolentes, cimbreando relajadamente la cintura sobre las caderas libres del corsé, cuando al estar sentados uno frente a otro, podía contemplarla a sus anchas, y ella adoptaba posturas lánguidas recostada en la butaca se sentía estallar de dicha. Se levantaba, la besaba, le acariciaba la cara, la llamaba mamaíta, intentaba hacerla bailar y medio riendo medio llorando, le soltaba toda una retahíla de bromas cariñosas que se le venían a la cabeza."

    Es esto el horror al vacío de Charles frente a Emma? Su manera de enfrentar el silencio inescrutable?.

    Flaubert...notable!!

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