26 diciembre 2013

La civilización del espectáculo

II. Breve discurso sobre la cultura

Publicado el libro, la parte más atacada fue la idea de una élite cultural que estableciera un orden de prelación e importancia de los valores artísticos: ¿Cómo un liberal exigía la presencia de una aristocracia para dirigir a los demás? MVLL solo revelaba con ello su posición de derecha.

Mal comprendida la idea del premio Nobel peruano.

Esta élite no está conformada por el nacimiento ni el poder económico, "sino por el esfuerzo, el talento y la obra realizada" (p. 73). Además no se trata de una sola élite o una sola corriente de pensamiento.

El error está en haber considerado el término cultura en su acepción antropológica (en la que todas las manifestaciones son respetables) con aquella vinculada a la civilización, en el que hay niveles de calidad.


III. Prohibido prohibir

Esta parte del ensayo empieza citando el documental francés de un colegio público caótico, en el que los maestros tienen que protegerse del ataque de los alumnos, organizados en pandillas. ¿Qué está detrás de ello?

La civilización posmoderna y sus filósofos sostienen que la «enseñanza», como otro tantos campos (sexualidad, psiquiatría, religión, justicia, lenguaje), forman parte de la estructura de poder erigida para reprimir y domesticar al cuerpo social (p. 82-83).

Dentro de ello, la figura del magisterio ha sido devaluada, despojada de credibilidad y autoridad, "convertido en muchos casos, desde la perspectiva progresista, en representante del poder represivo  […] (p. 84).
"Muchos maestros, de muy buena fe, se creyeron esta satanización de sí mismos y contribuyeron  […] a gravar el estropicio haciendo suyas algunas de las más disparatadas secuelas de la ideología de Mayo del 68 en lo relativo a la educación, como considerar aberrante desaprobar a los malos alumnos, hacerlos repetir el curso, e, incluso, poner calificaciones y establecer un orden de prelación en el rendimiento académico de los estudiantes, pues, haciendo semejantes distingos, se propagaría la nefasta noción de jerarquías, el egoísmo, el individualismo, la negación de la igualdad y el racismo." (p. 85)
Echada a perder la educación pública, el abismo frente a los sectores privilegiados se ha agudizado.

IV. La desaparición del erotismo
"Eso es el erotismo. Con sus rituales, fantasías, vocación de clandestinidad, amor a las formas y a la teatralidad, nace como un producto de la alta civilización, un fenómeno inconcebible en las sociedades o en las gentes primitivas y bastas, pues se trata de un quehacer que exige sensibilidad refinada, cultura literaria y artística y cierta vocación transgresora." (p. 115)
"Sin el cuidado de las formas, de ese ritual que, a la vez que enriquece prolonga y sublima el placer, el acto sexual retorna a ser un ejercicio puramente físico […]. La literatura erótica se vuelve pornografía por razones estrictamente literarias: el descuido de las formas." (p. 115)
"Por eso, si queremos que el amor físico contribuya a enriquecer la vida de las gentes, liberémoslo de los prejuicios, pero no de las formas ni de los ritos que lo embellecen y civilizan, y, en vez de exhibirlo a plena luz y por las calles, preservemos esa privacidad y discreción que permiten a los amantes jugar a ser dioses y sentir que lo son en esos instantes intensos y únicos de la pasión y el deseo compartidos" (p. 116) 
V. Cultura, política y poder

La interrelación entre cultura y política (p. 129).
"En nuestra época, aquellos aspectos negativos de la vida política han sido magnificados a menudo de una manera exagerada e irresponsable por un periodismo amarillo con el resultado de que la opinión pública ha llegado al convencimiento de que la política es un quehacer de personas amorales, ineficientes y propensas a la corrupción." (p. 133-134)
"La frenética busca del escándalo y la chismografía barata que se encarniza con los políticos ha tenido como secuela en muchas democracias que lo que mejor conozca de ellos el gran público sea sólo lo peor que pueden exhibir." (p. 135)
"El periodismo escandaloso es un perverso hijastro de la cultura de la libertad. No se le puede suprimir sin inflingir a la libertad de expresión una herida mortal (p. 135)
"La raíz del fenómeno está en la cultura. Mejor dicho, en la banalización lúdica de la cultura imperante, en la que el valor supremo es ahora divertirse y divertir, por encima de toda otra forma de conocimiento o ideal" (p. 136)
Sobre los políticos (p. 137-139) y la burocracia (p. 140).
"Una creencia tan extendida como injusta es que a las democracias liberales las está minando la corrupción, que ésta acabará por realizar aquello que el difunto comunismo no logró: desplomarlas" (p. 141)
"Es esta actitud pesimista y cínica, no la extendida corrupción, la que puede efectivamente acabar con las democracias liberales, convirtiéndolas en un cascarón vacío de sustancia y verdad, eso que los marxistas ridiculizaban con el apelativo de democracia «formal». Es una actitud en muchos casos inconsciente, que se traduce en desinterés y apatía hacia la vida pública, escepticismo hacia las instituciones, reticencia a ponerlas a prueba. Cuando secciones considerables de una sociedad devastada por la inconsecuencia sucumben al catastrofismo y la anomia cívica, el campo queda libre para los lobos y las hienas" (p. 141)
El desapego a la ley (p. 146-151).

VI. El opio del pueblo

Sobre la necesidad de las personas de tener una religión, la influencia sobre el Estado y su separación.

Vargas Llosa, Mario. La civilización del espectáculo. Santillana S.A. Alfaguara, Lima, 2012, p.226. 

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