01 octubre 2011

Crónica de una muerte anunciada

De Gabriel García Márquez he leído sus CUENTOS Ojos de perro azul, Los funerales de la Mamá Grande (destacando éste, Un día de estos, En este pueblo no hay ladrones), La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y de su abuela desalmada (destacando éste y El ahogado más hermoso del mundo); sus NOVELAS El coronel no tiene quien le escriba, Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Del amor y otros demonios, Memoria de mis putas tristes; sus REPORTAJES Relato de un náufrago, Cuando era feliz e indocumentado, De viaje por los países socialistas, Obra periodística (que la voy leyendo de a pocos y desordenádamente), La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile; sus textos AUTOBIOGRÁFICOS El olor de la guayaba, Vivir para contarla.




Ahora se suma Crónica de una muerte anunciada. Es la primera vez que leo un libro completo en archivo pdf. Leí sus cincuenta páginas en un solo día (Sábado, 01.10.2011). Es cierto lo que se dice de la novela: García Márquez llevó la tragedia griega al Caribe. Todos parecen arrastrados por un destino que no desean cumplir. Una obra maestra.

Los hermanos Vicarios anuncian a todos los que quieren oírlo su decisión, como si quisieran que alguien se lo comunique a Santiago Nassar y éste huya antes de ser asesinado; pero la advertencia no llega al destinatario, ya sea por descoordinación o porque a esas alturas era presumible que la víctima ya lo supiera, o porque en el fondo se deseaba su muerte, o muchas razones más.

Una semana después de leerla fui al teatro británico para ver su adapatación dramática por Jorge Alí Triana, destacado director colombiano que desde hace más de una década pasea esta obra por los escenarios más importantes de América, incluido Nueva York (y de quien también ví uno o dos años atrás su adaptación de La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa).

Presumiblemente,una novela así era difícil de llevarla al teatro (por lo menos siguiendo las líneas del autor). Habría que reestructurarla, y ahí, pues, reside el mayor problema. Prácticamente es volver a escribirla.

La escenografía no me gustó mucho. Por las defensas que rodeaban el lugar, más parecía una plaza de toros. Sin embargo, fue apropiada la utilización de esas defensas (al voltearlas) en cama y mesas.

Además, había en los cánticos un aire español (¿a García Lorca?) que no encajaba del todo con el espíritu de la obra.

Lo más destacado fueron las actuaciones, todas muy buenas. Claudia Dammert vuelve a mostrar su versatilidad. Gabriela Velásquez, sin embargo, a pesar de ser muy buena actriz, no logra desdoblarse en la gran variedad de papeles que asume (siempre parecer ser Victoria Guzmán, su primer personaje, pero no por culpa de ella, sino por vestuario adicional que no logra transformarla, no obstante su cambio de tono en cada ocasión).

En conclusión, tengo la impresión de un cierto desorden y que la obra de teatro no logra alcanzar la simpatía de la novela.

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