«Como dijo Sigmund Freud, el célebre creador del psicoanálisis, explicando la tendencia humana a la admiración incontrolada, algunas ideas sobre símbolos reales o ficticios pueden llegar a imponerse, creando “la posibilidad de una magia contagiosa basada en una asociación por continuidad”» (p. 38-39).
Solo así el autor (tomando conceptos de Tótem y tabú, Animismo, magia y omnipotencia de las ideas) puede explicarse que aquel joven provinciano, sin más recursos que su educación seminarista y personalidad carismática, termine siendo consejero de virreyes y, al nacimiento de la república, ministro del general San Martín y, posteriormente, del general Bolívar.
¿Qué tenía este hombre que, ingresando como preceptor a la casa de una viuda joven y rica, acabe siendo dueño de toda la riqueza familiar?
¿A qué se debe que los historiadores más renombrados del país (incluyendo, por supuesto, a Riva Agüero, Basadre y Porras Barrenechea) hayan quedado subyugados por él?
Aunque el autor no lo menciona, me surge la pregunta: ¿Estamos ante un Talleyrand peruano o, tal vez, ante la versión exitosa de Julian Sorel?
No deja de ser interesante que Unanue, en un momento determinado, fuera parte (junto con Baquíjano y Carrillo) del movimiento renovador de la Universidad San Marcos; pero que poco después, en la pugna por el Protomedicato, quedara evidentemente rezagado frente a los pergaminos científicos del doctor José Manuel Dávalos. Con todo, su victoria representó un pasó adelante en la medicina peruana, teniendo en cuenta, por supuesto, que sus antecesores más que médicos parecían astrólogos (p. 155).
En un libro realmente desmitificador, Uriel García Cáceres analiza luces y sombras de la vida y obra de Hipólito Unanue (¿prócer u oportunista?). De lectura ágil y amena, absolutamente recomendable.
GARCÍA CÁCERES, Uriel. La magia de Unanue. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2010 (páginas 184).
Unánue y su magia...en un castillo que conocí siendo niña. Fui princesa en un castillo con olor a historia y humedad.
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