31 diciembre 2011

Los poseídos

Me gusta leer las obras antes de ir al teatro (como lo hice con Las tres hermanas de Anton Chejov). 


Y también me gusta también leer los documentos que sirven de antecedente a la elaboración de la obra (como hice con Amadís de Gaula y El Quijote).  Este es el caso con la presente libro.

Tenía en mis manos Los poseídos de Albert Camus, pero preferí no internarme en la obra de teatro hasta haber leído la novela Los endemoniados de Fedor Dostoievski, en la cual se basa.

Albert Camus es un autor que me gusta mucho. El Extranjero me parece una gran novela. En cambio, no le encontré ningún sabor a Los poseídos. Es más, me pareció inconexa, lenta y desabrida, y la verdad es que si no hubiera conocido la novela del ruso habría sido absolutamente incomprensible.

La escena que más me gustó es la siguiente, donde Camus recoge muy bien el pensamiento del ruso, matizándolo con el propio (cuadro décimo primero, página 84):

PEDRO.— ¡Pues primer habrá títulos, funciones, secretaría, tesorería, presidencia, y a me entiende! Después el sentimentalismo. La justicia, para ellos es el sentimentalismo. Hay, pues, que dejarlos hablar mucho, sobre todo a los imbéciles. De todos modos están unidos por el temor a la opinión. Eso es una fuerza, un verdadero cemento. De lo que más tienen miedo, es de pasar por reaccionarios. Están, pues, obligados a ser revolucionarios. Tendrían vergüenza de pensar por sí mismos, de tener una idea personal. Por consiguiente, pensarán como yo quiera.

STAVROGUIN.— Excelente programa. Pero conozco una manera mejor de cimentar este bonito grupo. Arrégleselas para que cuatro miembros mate al quinto, so pretexto de que traiciona, y estarán ligados por la sangre. Pero qué tonto soy: ésa es su idea, ¿no?, puesto que quiere hacer matar a Chatov.

Por cierto, al final veremos que no es del todo así.

Empero, junto con este buen diálogo tenemos lo que seguramente es la peor frase de toda la obra camusiana (cuadro décimo tercero, página 95):

PEDRO (se levanta).— ¿Qué le puede importar a usted? ¿Acaso no se ha portado mal con usted?

STAVROGUIN.— Chatov es bueno. Usted es malo.

Viniendo de Stavroguin, esta frase es realmente simplona.

Camus, Albert. Los poseídos. Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1960 (segunda edición), páginas 139 (traducida por Victoria Ocampo).

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