Terminada de escribir en 1934, coincidente con la ascenso de Hitler a la Cancillería (1933), las formas de cabezas representan las razas. La idea de Brecht de que el racismo nazi solo es una forma de distraer a los explotados de la lucha de clases y que, en última instancia, se supedita al poder económico, no se verificó en la Alemania hitleriana.
En la Alemania de Adolf Hitler el racismo sí fue realmente un componente superior al poder económico. No importaba si los judíos tuvieran dinero. Eso les podía permitir cierto margen de negociación, pero no el control que gozaban antes de su llegada a la Cancillería.
Si bien todas las ficciones son reductoras de por sí, esta obra no me pareció convincente, llegando a extremos, por ejemplo, en el caso del juicio.
Brecht, Bertolt. Teatro completo. Cátedra, Biblioteca Avrea, Madrid, 2006, p. 693 - 789.
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