28 agosto 2021

Abimael. El sendero del terror

 ¿Cómo es posible que, cuando leo «Chuschi», yo no lo relacione con el pueblito ubicado a 112 Km. de Huamanga, departamento de Ayacucho, donde Sendero Luminoso inició sus acciones armadas el 17 de mayo de 1980, un día antes de las elecciones que restituyeron la democracia en Perú, prendiendo fuego a veinticuatro ánforas, padrones y cédulas de votación?

No basta saber que aquello sucedió, sino que sucedió en Chuschi, un lugar que al 2017, y seguramente también al 2021, se mantiene desconectado del país como lo estuviere en aquella fecha.

Me entero del nombre del pueblito al final del libro y, en las pocas páginas que faltan para terminarlo, se relata la crudeza del primer asesinato senderista. Fue contra Benigno Medina del Carpio. Su hijo, apenas un niño, logró escapar, no sin antes, trepado en un árbol, oír los gritos dolorosos de su padre. La cobardía de la que injustamente se acusaría así mismo lo persiguió hasta hundirlo en el alcoholismo. Lo superó y recayó más de una vez, hasta su temprana muerte.

Pero ese horror solo se siente al final del libro. Hasta ese punto, el autor se enfrenta al problema que tienen los biógrafos: cómo hacer para no transmitir simpatía por seres abominables al relatar el período anterior a sus actos nefastos. Jara se cuida, a través de adjetivos, de dejar en claro la insania de Abimael Guzmán Reinoso.

Empero, mientras tanto, nos relata su vida. Manuel Rubén Abimael nació hijo natural, con todo el estigma de la bastardía. Pronto su joven madre tiene que deshacerse de él para mantener su nueva relación. El niño es encargado a familiares y pasa de casa en casa y de provincia a provincia. De Chimbote (el último lugar donde vio a su madre) llega al Callao para continuar sus estudios escolares a cambio de ser el mandadero de la familia. Tenía diez años de edad (p.31). El niño aseaba la casa, hacía los recados y partía al colegio. Era muy inteligente para los estudios. Por sombría coincidencia, estuvo inscrito en el Colegio Nacional Dos de Mayo una década antes que Víctor Polay Campos, líder terrorista del MRTA, ocupara las mismas carpetas.

Ya adolescente, es admitido en la próspera casa de su padre. Pero no será él, sino su madrastra la que lo hará sentir como un hijo querido.

A la par, el autor nos cuenta la historia de un país profundo y olvidado por la justicia, en extrema pobreza.

Créanme que endilgar adjetivos de horror y demencia no son suficiente para teñir así al personaje principal. ¿Cómo se puede sentir antipatía por Oliver Twist? Sin esas últimas páginas uno corre el riesgo de entrar en confusión. Hasta que el talento de Jara no nos regale el segundo volumen (en la que relate la sangrienta historia de 1980 en adelante), no estoy seguro de recomendar este libro a jóvenes nacidos después de 1990.

La obra también nos habla de la enigmática Augusta La Torre Carrasco. Sin la camarada Norah, joven, bella y fanática, Sendero Luminoso jamás hubiera sido una organización terrorista. Ella lo hizo operativo.

En 1974 la pareja vivió en Jesús María, Residencial San Felipe (p.149).

Por supuesto, también era necesario un capítulo para Mao Tse Tung. La repulsión que genera el líder chino es inmediata. En cambio, como ya dije, habrá que esperar hasta el final del libro para recién sentir lo mismo por el camarada Gonzalo.

Leído en agosto 2021.

Jara, Umberto. Abimael. El sendero del terror. Lima, Editorial Planeta S.A., 2017.

22 agosto 2021

El olvido que seremos

La mayor de las veces, las novelas sobre padres e hijos están marcadas por el distanciamiento emocional. Héctor Abad Faciolince consiguió la proeza de traducir a literatura el amor y la admiración sin ceder un ápice al sentimentalismo.

Pero no solo es la historia de la relación con su padre. También nos presenta a su madre (p.88-89) y sus hermanas. La historia de su familia se ubica en la convulsa Colombia de los años 70 y 80; específicamente en Medellín (¿es que acaso todo el último tercio del siglo XX sucedió en Antioquía?)

Ahí vemos al médico Héctor Abad Gómez, especialista en salud pública, catedrático de la Universidad de Antioquía. Para los conservadores era un radical y para la Izquierda extrema era demasiado tibio:  

"[...] cuando él más que nunca predicaba la tolerancia de todas las ideas, y el mesoísmo en filosofía (una palabra que él había inventado para defender el justo medio, el antidogmatismo y la negociación) repetía mucho la siguiente frase, quizá citando a alguien que no recuerdo: «Aquéllos a quienes los güelfos acusan de gibelinos, y los gibelinos acusan de güelfos, esos tienen la razón»." (p. 95).

Pero inclusive este hombre "«cristiano en religión, marxista en economía y liberal en política»" (p. 176) sucumbió al halago y permitió ser utilizado por impresentable partidarios del régimen de Corea del Norte (p.221).

La escena en que recoge de la morgue la ropa de su padre y cae del saco una de las balas, le revela que las autoridades no tenían mucho interés en averiguar lo ocurrido (p.225), pero, también, le muestra el poema de Borges que da título a la novela.

Esta es una de esas novelas que uno ansía ver en pantalla. Aun así, no es un libro fácil de convertir en imágenes y, tal vez, la película no está a la altura. En todo caso, ha sido un acierto que Javier Cámara encarne al padre. Uno tiene la sensación que ningún otro actor podría hacerlo ... tal vez por la calvicie.

Leído en diciembre 2020.

Abad Faciolince, Héctor. El olvido que seremos. Bogotá, Planeta S.A., 2006

07 agosto 2021

Las guerrillas de 1965: balance y perspectiva

Su nombramiento como ministro de Relaciones Exteriores, bajo el régimen asumido por el presidente Pedro Castillo Terrones, me dio para leer esta obra.

En el Prólogo p.11 se menciona al teniente Vallejo y los colegiales provistos de viejos fusiles de instrucción con los que se alzaron en Jauja. Esta historia le servirá a Mario Vargas Llosa como base (solo como base) de Historia de Mayta.

Capítulo I: Guerrillas en germen, Ideas en germen

En p.22, empieza el programa guerrillero MIR.

En. 23, el proceso de propiedad feudal – privada – cooperativa, que la experiencia cubana abrevió.

En p.25, acápite «¿Guerrilla, calco y copia?» compara la experiencia cubana y la guerrilla de 1965.

En p.27 compara las diferencias entre clase media y campesinado.

En p.28, “Partiendo de una concepción liberal democrática”, detalla la líneas ascendente de la Revolución cubana, desde las revueltas callejeras en La Habana, pasando por acciones armadas (asalto al cuartel Moncada), hasta la guerrilla de Sierra Maestra. Este proceso significó el involucramiento de la población, simpatizando con los revolucionarios. Ya tomado el poder, desde asumir las ideas socialistas hasta la oficialización del marxismo leninismo, “en un diálogo constante con el pueblo”. No sucedió lo mismo en Perú (p.29).

En p.30, “En suma, no estuvimos equivocados al tratar de iniciar la revolución en nuestro país, ni tampoco cuando empezamos a balbucear algunas heterodoxias, pero fallamos cuando nos calamos más hondo en las experiencias revolucionarias de otros países, particularmente, la cubana, y sobre todo [asumo que falta una frase como «cuando no calamos»] en la experiencia acumulada por el pueblo de nuestro propio país”.

En p.31, la guerrilla confrontó al partido comunista. Su fracaso no se debió a que éste le negara apoyo.

Capítulo II: LA OPCIÓN, HOY

Referida al proceso revolucionario 1968 – 1974 llevada por las Fuerzas Armadas.

En p.46, acápite «Revolución o fascismo» hace un breve recuento histórico. “Ciertamente, el fascismo es el producto de ciertos capitalismos agónicos, aterrorizados ante la inminencia de la revolución social […]”.

Capítulo IV: EL MARCO SOCIAL

Es uno de los capítulos más interesantes. Rancas (p.70), Hugo Blanco (p.70)

Capítulo V: LAS CAUSAS POLÍTICAS

En p.83, acápite «La “Nueva Izquierda”»: del APRA, el MIR y VR; del PC, FIR, ELN y otros de tendencia maoísta.

En p.87, la “nueva izquierda” carece de un planteamiento ideológico coherente. División de la izquierda. “[Eudocio] Ravines es posiblemente el traidor más inescrupuloso de América Latina […]”, “[…] modelo degenerado de estalinismo que Ravines implantó en el Perú”. “[…] esta nueva izquierda tenía, hay que decirlo, mucho de viejo”.

En p.88, acápite «La izquierda y la sindicalización campesina»: Hugo Blanco.

Leído el 07 de agosto 2021.

Béjar, Héctor. Las guerrillas de 1965: balance y perspectiva. Lima, PEISA, 1973.