La ciudad y los perros fue la segunda novela que leí de MVLL. Debió ser entre 1986 y 1989. Recuerdo que me lo prestó mi gran amigo Percy Wong. Después compré mi propio ejemplar y en el 2012 encontré la primera edición (la que cuenta con las razones del jurado Biblioteca Breve y el mapa de Lima).
Por supuesto, como casi todos los peruanos de mi generación, en su oportunidad vimos la película de Francisco Lombardi que contiene la frase famosa ("No me mire cadete. Quiere que le regale una fotografía mía calato") que no está en la novela.
El viernes 01.06.2012 fui al Centro Cultural PUCP para ver la adaptación teatral realizada por Edgar Saba, quien ha exprimido la obra hasta la anécdota desnuda, pero sin perder su esencia estructural (la yuxtaposición de los tiempos se aprecia en los personajes de distintos tiempos y lugares compartiendo el escenario) ni desvirtuar su espíritu (el humor aparejado con el drama) y manteniendo los virtuosismos del monólogo interior.
Realmente un gran trabajo, tal vez la primera parte ligeramente por encima de la segunda. En la escena del chantaje me hubiera gustado que las botellas, cigarrillos, revistas y libritos pornofráficos, ya requisados, estuvieran sobre la mesa cuando el teniente Gamboa y el Coronel estuvieran conversando previo al ingreso del general. Eso sustentaría mejor las razones por las cuales el teniente Gamboa cree la versión del cadete Fernández. El coronel podría decir que el general ya vio las mercancías, y, cuando estuviera presente, de ahí podría sacar las novelitas pornográficas en vez de hacerlo de su pantalón (pero ello es apenas un detalle entre la lúcida y brillante elección y adaptación de escenas).
Si en la película se destacó al teniente Gamboa, en la obra teatral se privilegia acertadamente al teniente Huarina.
Ahora anuncian que Alfaguara y RAE publicarán un ejemplar especial por los cincuenta años (que me siento tentado a comprar ... ya veremos si caigo en la tentación).
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